» Génesis ; Parte IV

Hay un dicho que todo el mundo conoce: 
"La curiosidad mató al gato". 

¿Y si yo llevará ese dicho más allá?
Todo el mundo sabe lo que quiere decir: tanta curiosidad, a veces, puede ser malo. 
Mi caso no iba a ser diferente. Mi caso es completamente literal. 
Yo fui ese gato. Me traje a mi misma la desgracia por curiosa... e ingenua.

Me prohibieron abrir la más hermosa de las maravillas. 
Y yo, bajo sus encantos, rompí la promesa. 
Un mundo nuevo se ocultaba en ese espacio tan pequeño. 
Aquel hermoso paraíso me trajo desgracia y sufrimiento eterno, pero no sólo a mí, sino a los hombres también. 
El fin de Zairah.

La caja es mi cárcel.



     Faltaba tan sólo un día para la ceremonia de unión entre el Inmortal y yo. Nunca me había sentido tan nerviosa. En realidad nunca me había sentido así. Y junto con esos sentimientos, la felicidad suprema. Vestida con un vestido largo y oscuro, con el más sofisticado de los encajes, admiraba por la ventana como todos mis súbditos se encargaban de los preparativos. Y de vez en cuando, alguno se percataba de mi presencia y una sonrisa me dedicaba. Suspiraba felizmente, enamorada. Estaba orgullosa de todo lo que había conseguido. De ser la única puesta en el mundo al servicio de Zairah. Esa misma noche, mi eterno salvador poseyó una vez más mi cuerpo, aquel cuerpo que en realidad era suyo. No podía ni imaginar que las cosas no saldrían como deberían de haber salido. Aquella noche, que sería la última vez que me tratarían con amor, la última vez en que la luna me regalaría sentimientos de felicidad, mi prometido me dedicó delicadas palabras sinceras y tiernas. Y de entre todas esas palabras, las más importantes. Cogió mis temblorosas manos blancas y me miró fijamente a los ojos.

     No podía dejar de perderme en su mirada y, entonces sin yo esperarlo o poder percatarme de ello, de la nada apareció una hermosa caja llena de diamantes y rubíes. Si tuviera que ser sincera diría que no hay palabras para describir tal belleza. Fue en aquel instante cuando quedé hechizada bajo aquel misterioso objeto. Recuerdo perfectamente las palabras que brotaron de su boca: "A partir de ahora tendrás que custodiar esta caja, Pandora. Tú has cambiado el mundo. No dejes que volvamos a ser lo que eramos en un principio. No la abras bajo ningún concepto, amada mía. Enséñanos las virtudes de tu especie, mujer." Sí, esas fueron sus palabras exactas, pero que entonces no conseguía entender. Mi mente no dejaba de pensar en el día de la unión, por lo que no le di mucha importancia a sus palabras, y para consumirle en carne le di un sí rotundo que me marcaría para siempre. Aquella noche, después de gozar con aquel cuerpo distinto al mío, dejé de pensar. No paraba de dar vueltas y vueltas por la alcoba. Aquella caja me parecía extraordinariamente bonita. Lo más hermoso que había visto hasta entonces. Quise abrirla varias veces, pero de nuevo las palabras de El Inmortal se repetían en mi alocada cabecita no pensante. Nadie se enteraría si me decidía abrirla. Estuve equivocada, por completo.

    Conseguí persuadir a la tentación y me dormí. Esa noche se me hizo eterna. A la mañana siguiente me levanté muy temprano. Los nervios volvían a brotar por doquier en mi interior. Me vestí de blanco. Fingí ser pura nuevamente. No podía dejar de contemplarme en el espejo hasta que vi reflejado mi objeto a custodiar. Me giré. Estaba en encima de la mesa, llamándome. ¿Qué era lo que quería? Sentía que un fuerte vínculo me había atado por siempre a ese objeto. Acaricié la caja y me estremecí como nunca antes lo había hecho. Miré a mi alrededor mordiéndome el labio inferior. Cerré cuidadosamente todas las ventanas, impidiendo que la luz pudiera tocar mi piel. Estaba completamente hipnotizada por aquel objeto... Sí, lo abrí. 

  Estaba completamente vacía y me desilusioné muchísimo. Fruncí el ceño y le di la espalda a la caja. Caminé para abrirle paso a la luz y cuando separé las cortinas me di cuenta de lo que realmente había dentro de esa caja. Desde el balcón lo contemplé todo. El hermoso paisaje que me esperaba, mi nuevo hogar. Los sentimientos que iba a padecer más tarde, la visión de mi futuro, el por qué de todas las cosas. Pero sobre todo lo que había hecho. Millones de sentimientos negativos invadieron mi ser. Angustia, odio, dolor, miedo, avaricia, lujuria... Y un largo etcétera que me cambiaron para siempre. Parecía una pesadilla. Cerré los ojos tan fuertes que empecé a llorar sangre. Y del miedo los abrí por completo. 
Todo había sido un sueño... o eso parecía.

      Me levanté de nuevo de la cama. Estaba vestida con mi traje nupcial y la caja se hallaba vacía encima de la mesa. Nada parecía lo que era. Me dolía la cabeza. No le di importancia y salí de aquel lugar acompañado de un sirviente de mi salvador. Su comportamiento, su rostro... Todo había cambiado en él. Y no sólo en él, sino en todos los hombres con quienes nos cruzábamos por el camino.

     Pasó un tiempo hasta llegar al lugar esperado. Y allí estaban todos, cambiados. Pero sobre todo el. No le di importancia. Estúpida de mí. La ceremonia se llevó a cabo como era previsto, hasta que llegué al altar. El Inmortal me miró con fuego con sus ojos. Estaba serio, muy serio. Le sonreí, no obtuve la misma reacción por parte de mi amor. Nadie hablaba. No entendía nada. Él se acercó hasta mis oídos y me susurró: "¿Por qué lo has hecho?" Fue entonces cuando todo se volvió negro. Aquel hermoso vestido que llevaba puesto se convirtió en sangre. Sangre por todos lados. Sufrimientos y angustia de nuevo. Todos los hombres del lugar se levantaron y se arrojaron contra mí. Patadas, puñetazos, gritos, insultos. No entendía nada. Me hallaba tirada en el suelo de blanco ensangrentado. Con varias partes de mi cuerpo rotos. De nuevo empecé a llorar sangre. No escuchaba nada, pero seguía consciente. En mi mente no dejaba de repetir las palabras de mi salvador, ahora mi asesino. Entre esas palabras me dijo que no quería hacerme esto, pero que yo le había traicionado. Me miró con tristeza antes de aprovecharse de mi deformado cuerpo. Y antes de que me quitaran a piel viva y me descuartizaran viva, uno por uno me dedicó a violarme... Un imperio entero se dedicó a torturarme durante horas. Sin piedad. Deseaba dejar de sentir... y así fue. Aquel día dejó una fuerte marca en mi cuerpo...

Cuando abrí los ojos sentí que había nacido de nuevo.
Cuando abrí los ojos, me percaté de que me hallaba en el Edén.